A José Antonio la sonrisa no le cabe en la cara. Con decisión, coge la correa de Nova, una perra labrador que le mira fijamente, y comienza a caminar con ella. Cuando una voz a su espalda dice su nombre y le pide que dé la vuelta, José Antonio gira sin dudar.
Nova es la perra labrador de 10 años que lleva nueva dedicada a la terapia de personas con problemas
Juan Luis Pellitero, director de la empresa y 'padre' del programa que se extenderá por toda Asturias, tiene claro las ventajas del tratamiento con animales, «puesto que llevamos diez años de investigación y son más de 5.000 los pacientes que hemos tratado». Él explica que Nova, como los otros tres perros que conforman el equipo canino, ni son mágicos ni hacen milagros, sino que «son animales con 2.500 horas de formación, que saben muy bien lo que tienen que hacer y a los que tratamos como un trabajador más. Sus resultados son excepcionales».
Esta defensa de los logros de su equipo, que completan, además de los canes, otros tres psicólogos, la refrendan los hechos: el José Antonio que hoy pasea feliz con Nova reducía sus días, hasta iniciar la terapia, a un lento esperar del paso de las horas, con apenas actividad y nula expresividad.
Proyecto con jóvenes
La clave del cambio es el tesón de Nova, además, como es obvio, del trabajo del terapeuta guía. El animal se acerca a su paciente, al que, con lametazos y caricias con el hocico en la mano, invita a la movilidad y despierta sentimientos dormidos. Hay quien no hace ni un sólo gesto en todo el día y, tras unos minutos con el perro terapeuta, sonríe, lo acaricia y, como el caso de José Antonio, incluso recuerda el significado de la palabra 'girar', que olvidó hace meses.
El potencial de los canes no está limitado a personas con Alzheimer, sino que son útiles, también, en mayores, personas con discapacidad e, incluso, en jóvenes y menores con problemas de actitud. Nova puede ser, también, la mejor amiga de la buena educación. Ya ha dado prueba de ello.
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